domingo, 27 de julio de 2008

La verdadera satisfacción de ser master

Llevaba un tiempo sin ser master. Ya sabéis como me mola crearme personajes. Los diseño, les creo nombres molones, historias curradísimas llenas de alusiones y de posibles tramas personales, les creo un estilo y una indumentaria cojonudísima para darles personalidad... Aunque luego nunca llegue a jugarlos, porque como suelo ser master no juego muchas partidas y no me da tiempo a probarlos a todos. Al final suelen acabar de PNJ's en mis partidas.

Pero estos últimos meses, sin embargo, me he dedicado a jugar a algunos de esos personajes. A recrearme en su roleo, pues todos eran personajes con posibilidades: Wulfgard, mi carismático y locuaz bárbaro con su martillo a dos manos; Cristal, una bailarina guerrera amazona con ansias de vengarse (via anal intruder) de los caballeros que la violaron; Susi Tormenta, pícara-mágica con delirios de estrella porno; Y finalmente, Rictus Manowar, un heraldo de Thor, que combate para mayor gloria del metal.

Así que, como digo, llevaba un tiempo roleando como jugador. Demasiado ya para mi gusto. Pero esto cambió el pasado jueves. A pesar de que el grupo de roleo está fragmentado en estas fechas estivales conseguimos reunirnos tres guerreros para una partida. Yo dirigiría el juego. Por fin.

Así que desempolvé la carpeta secreta y volví a vestir las ropas de master. Los dos jugadores, espectantes, me miraban en silencio. Entonces agarré mis dados y comencé a presentar la situación.

En ese momento la magia fluyó por mis venas. Fuí uno con la Fuerza. Me convertí en el motor del universo, en la potencia que lo dirige. La furia de la naturaleza se doblegaba con un pensamiento mío. Adquirí un poder tal que con un simple gesto podía barrer el mundo con tormentas y terremotos, cual Ming incontrolable. Los dados rodaban como una extensión de mi propio cuerpo. Los PNJ's actuaban según mi voluntad, como títeres manejados por los tentáculos de mi mente.

Y en medio de toda la inmensidad de mi poder, de la vastedad del mundo que me obedecía, se alzaban solitarios dos minúsculos PJ's. Miraban atemorizados al mundo hostil en que se hallaban. Atemorizados, si, pero desafiantes. Dispuestos a sobrevivir.

Y entonces comprendí que ellos no estaban allí para complacerme a mi. Era yo el que estaba allí para ellos. Y comprendí que sin los pejotas todo mi poder masteril desaparecería como lágrimas en la lluvia. Y me regocijé y me sentí afortunado por tener dos PJ's en el mundo que yo había creado con mi poder. Sí, amigos, porque el master, cual mesías cristiano no ha venido a ser servido, sino a servir.


Lo que quiero decir con todo esto es que me gusta ser master. Pero no solo por la satisfacción de crear y dirigir una aventura, sino por el hecho de crear algo que sirva para que disfruten los demás. Porque eso es, al fin y al cabo lo que debe hacer un master. Hacer disfrutar a los jugadores.

Cada vez me doy más cuenta de eso. Tanto en mis experiencias como master y como jugador he visto que lo importante para que una partida salga bien es que los jugadores estén cómodos y sepan que pueden hacer todo lo que se les ocurra. Si un jugador sale con una idea que tú no habías previsto, ¡improvisa! Siempre que sea algo lógico, permítele que lo haga. Aunque haya que modificar un poco la trama. Qué más da. Al fin y al cabo un partida de rol es como un cuento que escribimos entre todos. El único papel del master es hacer que todo sea "realista" (según las leyes físicas de cada mundo, claro). Y eso se agradece. Realismo. Realismo dentro de la fantasía. El saber que puedes hacer ciertas cosas sin temer por tu vida.

Porque el master no puede ejercer de destino implacable. El libre albedrío es lo más preciado que tenemos nosotros en la vida. Y por ello también deben tenerlo los pejotas.

Así que, cuando os sentéis a dirigir una partida, pensad que la mayor satisfacción la vais a obtener si a los pejotas les salen bien las cosas y disfrutan. Es cierto que masacrar de vez en cuando a un grupo de aventureros da bastante gustillo y que a veces apetece echar una canita al aire. Pero yo os digo, amigos, que una de las mejores cosas de este mundillo es cuando al terminar una partida se te acerca un jugador, te estrecha la mano y te dice: Gracias tío, me has hecho pasar una tarde estupenda. Esta ha sido una partida de las de recordar siempre.


Yo disfruto siendo master. Y me alegro de que vosotros, los jugadores, estéis ahí para jugar mis partidas.

8 cosas (no) relacionadas:

Khazum dijo...

La verdad es que la partida estuvo genial, y ya tengo mono de ver como sigue...Y si que el master está para servir a los Pj`s y no para matarlos. Y no miro a (ki) nadie...

Anónimo dijo...

"Y si que el master está para servir a los Pj`s y no para matarlos."

"Máster cabrón", los llamamos nosotros...

Nimendil dijo...

Si, la misma expresión que usamos nosotros.

Ki dijo...

hey! que os moris solos... excepto luskan nunca he matado a ningun PJ que no se lo mereciera, y en luskan ibais avisados y os di multitud de oportunidades de escapar (ej: la alfombra voladora... que no visteis porque os cego la codicia...)

Dinorider d'Andoandor dijo...

se nota que quedaste muy contento

¡bien!

Ki dijo...

lo dices por mi o por nim?

Khazum dijo...

Ki cuando dices lo de ''multitud de oportunidades de escapar'' y hablas de la alfombra mágica.

¿Te refieres a ese trozo de tela volador en el que solo entraba un PJ y que fue la única ''ayuda'' que incluiste en las III partidas que ha habido en Luskan?

Nimendil dijo...

Tíos, ¿hay que volver siempre al tema de Luskan? Nuestros lectores deben estar aburridos. Joder, pensad hacia alante, no hacia atrás. Pensad en un roleo puro y no en las carnicerías masteriles que hemos sufrido. Olvidad el pasado y reconvertiros en pejotas nuevos.

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